
La lluvia caía sobre el chasis; algunas gotas se estrellaban en las ventanas de aquel vehiculo de transporte público. Imaginaba que en cada uno de los asientos había una chica y un lugar vació alado de ellas. Todas, imaginó, lo invitaban a sentarse con él. No supo como pero adivinó que pasaba con esa mujer que tenia a su lado, en la otra hilera de asientos...
- ...disculpe señorita sabrá usted como llegar aquí (?) -extendió un papel con una dirección garabateada el día anterior.
- No, no sé, no soy de aquí. Tengo poco de estar por acá -dijo ella, con peculiar tono de voz. Debido a su experiencia en estas lides; las de la seducción él decodifico el mensaje: un signo de interés inequívoco. Entendió todo a la perfección. Su intelecto trabajo a mil por segundo. Al final bajó del autobús con las manos vacías, excepto por la esperanza-fe de que ella le llamara como prometió...
Eran las once. Él practicaba su rutina habitual de no hacer nada en su cuarto. ¡Te llaman chamaco! Hola –dijo, cuando contesto al teléfono- No preguntó quien era… él lo sabía: voz seductora con un matiz de tristeza, datos incompletos, secretos y postergación de contestaciones; una chica sin número, sin nombre y sin trabajo; sin pasado y con un entusiasmo enloquecedor.
Él no preguntó nada, se limitaba a ser un caballero y a escucharla, a dejarse seducir por esa voz, esa voz y esos ojos. Al cabo de unos días; de llamadas furtivas y escuetos relatos, invitaciones e indirectas ella lo citó.
-Hola, eres o no eres- decía él, con el ceño arrugado por la acción metafísica que produce la confusión. La verdad el no recordaba su rostro, aun no lo recuerda.
Parques, cafés, besos, taxis, mensajes, llamadas, sonrisas, guiños, secretos... seducción.
- ¿Tienes veintiún años? –preguntó, consternada.
-Sí - bla bla bla: palabras más, palabras menos.
Ausentismo, desinterés, mentiras, desprecio, dudas, tristeza, depresión, confusión, impotencia... ausencia.
- Hoy me voy, regreso a la capital.
- Si - bla bla bla: palabras más, palabras menos.
Él no la ha olvidado, él le sigue llamando a ese teléfono; sin dueño, que se quedo solo como solos se quedan los seductores seducidos. Dos meses de conocerle y mes y medio sin verle.
Esta mañana ella mando un mensaje.
Él, presto, le habló a su casa.
Ella se va de nuevo, no habrá conversaciones por largo tiempo... ella esta en su casa, él duda en hablarle, ella le dejo su nuevo numero, el tiene una esperanza...
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